lunes, 28 de septiembre de 2015

LA LUZ DE MIGUEL QUESADA ( I )

 

Miguel Quesada entrañable, dibujante de bandera y manchego incomparable con categoría y solera, te admira la tierra entera por tu estilo magistral. Eres internacional y encabezas regias listas, las de los grandes artistas del mundo de la Historieta, Miguel, persona completa, hijo de Miguel y Ana, tienes clase, casta e imán, Sr. Quesada Cerdán… Y la fila soberana de arrobados seguidores te regalan miel y flores y halagos por todas partes. Miguel, preciado tesoro, junto a la Medalla de Oro, esa de las Bellas Artes que ganaste por derecho dando el alma, el do de pecho y lo que se “tie” que dar para la cima alcanzar, hoy te quiero dedicar un tributo modestillo por tu carisma , tu brillo y tu exquisito talante. Atento, icono importante”:

Querido e idolatrado Miguel, maestro profesor y genio indiscutible del cómic hispano y universal, con unos sencillos ripios, cuartetas o aleluyas he querido comenzar mi humilde homenaje a tu hermosa e infinita trayectoria jalonada de éxitos ininterrumpidos, a escribir una pizca de tu larga y soberbia carrera que empezó cuando los cuadernos de aventuras eran auténticas epopeyas en jornadas increíbles, pero antes de meterme en las series que te hicieron famoso a perpetuidad, déjame que les cuente a los lectores de “La Cerca” y a otros muchos, pasajes de tu infancia y adolescencia, porque aunque no te conozco personalmente, he escuchado tu cálida y cercana voz y he compartido minutos inolvidables a través de ese invento impagable que se llama teléfono.

Ya sabes que soy paisano tuyo y que he recorrido los mismos lugares y rincones de tu suelo patrio, del Albacete de antaño que es también el mío, gracias a que amén de ser callejero oficial, he ejercido de repartidor de telegramas, giros y paquetes, de llevar incluso despachos ordinarios y preferentes a la casa de Guzmán el Bueno, en la cual pasaste la primera etapa de tu existencia al lado de tus progenitores y hermanos Teresa, Pedro y Luisita. Viste la luz en los albores de 1933 y oíste el sonido de terribles bombardeos entre el caos y el fragor de una estúpida guerra que traería consecuencias para vencedores y vencidos.

Con apenas nueve o diez abriles, en plena e interminable postguerra , intentabas ayudar en la economía familiar, tras la deslealtad de un socio que se ocupó de la fábrica de hielo, gaseosas y sifones que regentaba el autor de tus días en Teodoro Camino, por eso recorrías las peluquerías del centro deseando colaborar como aprendiz sin sueldo, ya que los peques de entonces se conformaban con las propinas de los clientes más generosos. Comprabas las plumillas para trazar tus apuntes y bocetos en “El Bazar del Libro“ ( Tinte, 15 ), tiendecita familiar que defendían a capa y espada Manolita Cámara, su madre y hermano Luis (“El Bazar” fue una de mis papelerías predilectas y en ella merqué precisamente años más tarde tus selectos ejemplares de “Pacho Dinamita “, “Tony y Anita “ y “Pantera Negra“).



 

El papel, morenito y escaso, lo conseguías en “Gráficas Panadero “, la reputada imprenta de Mayor, 39, a un pasito de “Orovit “, el “Rey de los Botones”, a dos de “Modas Barcelona” y a cuatro del Hotel París posiblemente oteando aquel “Bar Nido “ de gratísimo recuerdo, a la vez que estudiabas en las Escuelas Graduadas Mixtas de Dionisio Guardiola, que pisaría posteriormente un servidor… y para colmo de bienes te adentrabas en el Parque de Abelardo Sánchez o “Parque de los Mártires” a dibujar árboles y arbustos enriquecidos por la blanca nieve de los gélidos inviernos que caía pausadamente sobre el estanque dorado que sería sacrificado para gloria del Museo Provincial. Pinos centenarios, acacias, madreselvas, rosales, palmeras y la flora albaceteña en el papel de barba de tu propiedad que mimabas y cuidabas procurando emular a don Manuel Gago, tu cuñado e ídolo que lograba el aplauso y el reconocimiento con su audaz, fabuloso y temerario “Guerrero del Antifaz”.

Miguel Quesada estimado, esto no ha hecho más que empezar porque hay mucho en el tintero y he de sacarlo adelante… y a vosotros mis amigos y forofos del tebeo, os aguardo el jueves próximo, ¿ Acudirés a la cita? No faltéis, os lo suplico. Un abrazo y… ¡ A mandar!.

Valeriano Belmonte



viernes, 18 de septiembre de 2015

Feria y Tebeos (y II)




 
La Feria termina, amigos y hay que aprovecharla y disfrutar con los compases finales, por cierto, ¿estuvisteis en “El Día de los Tebeos”, ese modesto homenaje dedicado a los cómics españoles en la puerta de la Filmoteca o viejo cine Capitol el pasado domingo?. Espero que sí.

Allí, acariciados por un vientecillo revoltoso y refrescante y protegidos por decenas de programas feriales, volvían a brillar con luz purísima decenas de personajes del noveno arte hispano que encandilaron a varias generaciones cuando el cuaderno de aventuras se convertía en bálsamo, esencia y elixir para los chicos y grandes de la precaria postguerra.

En las mesas, cedidas gentilmente por el Ayuntamiento, aguardaban impacientes y una pizca nerviosos, Roberto Alcazar y su entrañable Pedrín tornando a la pelea frente a Svimtus, el “Hombre Diabólico “ y sus secuaces atentos al fatídico “Rayo de la Muerte”.

A su vera, verita, afilaba su espada El Guerrero del Antifaz, héroe albaceteño- valenciano conducido sabiamente por un vallisoletano de tronío tantas vences citado en esta serie “viñetera “. Me refiero, por supuestísimo a don Manuel Gago Garcia.

El paladín de los Reyes Católicos tenía mucho que decir, respaldado, eso sí, por su fiel y rubio escudero Fernando. Y allá, en la mesa de al lado, sonreían temblorosas, Ana María y Sarita, damas de la míticos titanes observados atentamente por la valiente, bellísima… y celosa Zoraida, ex favorita del pérfido reyezuelo Alí – Kan. “El Capitán Trueno “, a punto de cumplir la sesentena, rivalizaba con “El Jabato “, “El Cachorro “, “Pantera Negra “ y “El Puma “, apoyado por Crispín y Goliath, precisamente, Daniel Araque – “Dani “ -, uno de los visitantes a la gala, me regaló una deliciosa figurita del afable “Cascanueces “ al tiempo que me hablaba de “Anacleto “, el agente secreto del genial Manuel Vazquez, encarnado en la pantalla grande por un Imanol Arias en plena forma.

Carlota y Martina, las preciosas niñas de Antonio y Andrea, ojeaban “Pulgarcitos “ y cuadernillos de la “Colección Azucena “, y Antonio Menchero, el flamante armero de la calle de la Feria pasaba las páginas de “Flecha Roja”, revista gestada en 1962 por gentileza de la Editorial Maga, en el esplendor de una Feria que conmemoraba el primer centenario de Albacete como ciudad ya que hasta 1862 nuestra capital había estado considerada como villa, desde que en 1375 el Marqués de Villena le concediera el privilegio de villazgo.

“Flecha” cooperaba en la epopeya de casi setenta números con las aportaciones de Juanita, “Pluma Roja”, Pancha, Barón, Jorge y un Morgan que poco tenía que ver con el pirata del mencionado “Cachorro“. El autor del cartel premiado que enriquecía el programa de la Feria se llamaba Fermín, lo mismito que el simpático estanquero de Menéndez y Pidal, el cual recibía telegramas a granel.

Pedrín Villaescusa Fenor, el hijo del chambilero, confitero y hombre todo terreno, Pedro, evocaba las correrías de “Apache”, “El Capitán España” y “Carlos de Alcántara” e Hilario Díaz, extraordinario “Sancho Panza” en la pelis de Santiago González, leía y releía cosillas de su idolatrado “Cosaco Verde”, acomodado al laíto de Pedro Pérez Blesa, primo hermano de Julián el ibañés, que me ayudo a recoger mesas, sillas y tebeos al final de la jornada.


 

Los adictos al humor reían con las salidas y “entradas” de “Sir Tim O teo”, el hijo adoptivo de Raf que parecía buscar los senderos que le conducirían a la Feria albaceteña animando a al sargento Blosp y a Huggins, Patson y Raha – Mon a acompañarle a partir de 1971, excelente añito para la parcela manchega que lentamente se recuperaba de los zarpazos de antaño y se convertía en una población moderna ( se construía el nuevo Hospital General y se preparaban los terrenos del futuro Polígono de Campollano ).

Esteban Romero ataviado de manchego clásico, “El Mago Blanco “, Pascual Pérez y Matilde, Miguel Piña, y la prensa, radio y televisión alentando a los tebeos en el ecuador de una Feria que culmina con la misa en honor a la Virgen de Los Llanos, el mano a mano de “El Juli “ y Perea, el piromusical de campanillas y el cierre de la Puerta de Hierros. Nada más, un abrazo y … ¡ Hasta el jueves que viene…y por favor, hacedme el regalo de ser felices!.

Valeriano Belmonte

miércoles, 9 de septiembre de 2015

FERIA Y TEBEOS ( I )

     
     
     Estamos en feria, queridos amigos, disfrutando de los mil y un actos que se celebran durante los deliciosos festejos que comenzaron con la espléndida y una pizca remojada Cabalgata de apertura encabezada por nuestra Virgen de Los Llanos, Patrona de la ciudad del acero y encantada, complacida y envuelta en el trajín de trajines que cuenta con veladas musicales, vaquillas popularísimas…y económicas, corridas de toros, pasacalles, atracciones de todo tipo, batallas floridas, exposiciones, desfiles, bandas sinfónicas y de las otras, cuchillería de primera, álbumes familiares, títeres, presentaciones de libros, chocolatadas y turrones para los golosos de turno, marchas ciclistas… y tebeos, sí seguidores de “La Cerca“, infinidad de tebeos de ayer, de hoy y de siempre, y si no que les pregunten a don Natalio Belmonte, Antonio Aparicio, Manuel Luna, “Paco el de el Mercadillo“ de la Plaza Mayor, Santiago, Milla y Argudo, coleccionistas de lujo.

      Y ahora, con vuestro permiso, os contaré que cuando apenas tenía siete abriles y me desplazaba a escondidas de mis mayores al paseo ferial a través de la calle Octavio Cuartero para no extraviarme, contemplaba arrobado a escasos metros de los circos, teatrillos, olas marinas, toboganes terrenales, norias, látigos, cadenas, barcas vikingas, caballitos, coches de choque, casetas de tiro y tómbolas, los cuidados escaparates de las papelerías de Miridio Moreno y el Sr. Nava, dueño de “El Arca de Noé”, los cuadernillos de “Hipo Monito y Fifí“, que leían la adorable hija de don Jesús el de “La Pajarita” y cientos de niños y niñas afiliados a “Roberto Alcázar y Pedrín”, “Pulgarcito“, “El Pequeño Luchador”, “El Hombre de Piedra“, “El Cachorro“, “Azucena“ y “Margarita“, precisamente el guionista y dibujante de “Hipo “ y compañía, el todo terreno Emilio Boix, uno de los pilares de la Editorial Marco, defendía con brillantez esta última, dentro del llamado género de hadas. “Hipo“ y su regio pelotón hacían las delicias de los forofos de la etapa asistidos por “Don Trompa“, “Don Cocodrilo“, “Don Rino”, “El Tío Gorrino” y “Don Leocadio“, nada que ver con Leocadia Jiménez, vecina de la calle de la Feria y casada con un talento que curraba en uno de los circos de gratísimo recuerdo (Boix tocaba más palillos que mis amigos de Hellín en época de tambores).




     “Hipo” y los suyos jugaban al fútbol, lo mismito que el Albacete Balompié que ha comenzado la temporada liguera un pelín titubeante, cocinaban a su aire (a veces con huracanes y tormentas espantosas)… y se mezclaban con el “Gori –Gori”, el fantasma loco de Celedonio Frejo, alias “Nin“, que se ganaba el sustento echando horas extras en el semanario “Jaimito“ (“Gori Gori“ competía con los fantasmillas, aparecidos, y espectros de las “Grutas Mecánicas“ o “Catacumbas”, pura aventura para los peques y sus papás que viajaban en vagones especiales al precio de una peseta o cincuenta céntimos, según los lustros lustrados por el genial “Charolito“, el famoso limpiabotas. Allá por 1952, cuando los tebeos alcanzaban la mayoría de edad, Radio Albacete organizó en plena feria un festival taurino que tuvo como padrino, al entonces popular, admirado y aplaudido Boby Deglané, el titán de “Cabalgata fin de semana“ de Radio Madrid, el cual en una Plaza de Toros abarrotada y demostrando su afición a la fiesta española, dio varios pases de pecho que llegaron al corazón de las gentes que aplaudieron sin cesar. José Luis Pécker, otro “grande“ del mundo de las ondas, recibió la alternativa de manos del legendario chileno a la vez que un aluvión de chavales portando ejemplares de “Hazañas Bélicas” “Hipo“ y “Pacho Dinamita“ les gritaban con ardor: ¡Sois tan valientes como “El Guerrero del Antifaz!.

Valeriano Belmonte

viernes, 4 de septiembre de 2015

EL COSACO VERDE



  

 

   Aquella hermosa mañana del suave y romántico otoño de 1960, Cazaña, el cartero  que repartía por el barrio Parque Sur, llamó a las portadas de Tetuán, 1O y enseguida salió a abrir, Valeriana Martínez, mi  amable e inolvidable progenitora, la cual con  su voz dulce y preciosa me dijo : “Valeriano, te han traído un paquete, ¿qué has pedido esta vez?. Le respondí que no había pedido nada, extrañado y pensativo durante breves segundos y gritando a continuación : ¡ El balón! ¡ Que me ha tocado el balón!… y efectivamente, al desembalar  el envío, vibré lleno de contento al contemplar, acariciar y besar el anaranjado esférico, obsequio que hacía semanalmente “ El cosaco Verde “ a través de un delicioso sorteo.

 


 A los pocos minutos  estábamos estrenándolo mi hermano Manolín, los hermanos Pedro y Paco Villaescusa, Paquito, el hijo de la Sacra y un servidor por los alrededores del refugio de guerra y la zanja que  llegaba a la Circunvalación observados de cerca por Adolfo y Ángel, hijos de Juan José Díaz y Rafa Caulín,  excelentes vecinos y amigos de la bonita parcela. Y es que, el que esto escribe , coleccionaba la serie procedente de Bruguera y conducida hábilmente por Víctor Mora y Fernando Costa, dibujante influenciado por el estilo del maestro americano Milton Caniff, autor de “Terry y los Piratas “. Mora y Costa en acción presentando al nuevo héroe meses atrás al precio especial de propaganda de una peseta, eso sí, comprando el último ejemplar de “El Jabato “ que se vendía a una pesetita y cincuenta céntimos.

 “El Cosaco” echaba a andar  a lomos de un soberbio alazán en la cumbre de una montaña, desde la cual divisaba el paisaje, tras la dura y complicada subida al promontorio rocoso… y hablando de subidas, lo que subía en la época eran el pan, el aceite, el azúcar y el queso de bola que exhibían en sus mimados escaparates  de Tesifonte Gallego y Mayor, “El Roña” y Herreros.

 Y ahora “bajamos “  la cuestecita y los productos de marras y nos reunimos con el titán y con sus colegas “Karakán “ el tártaro ( a María Antonia, la nena de Luis y Anselma  lo que le molaban eran las tartas de “Plácido”, “El Ramillete”, “La Suiza “ y “La Milagrosa” ) y el chinito “Sing – Li “, que se trasladaba de un lugar a otro de los Montes Urales (Constantino, alumno del colegio de los Padres Franciscanos, decía  Montes “rurales “ y  pasaba parte de la clase arrodillado y con los brazos en cruz portando libros de Geografía ) encima de un yak(“Karakán “ cargaba a hombros a un caballito tan cansado y comodón como el “Bartolo “, de Palop y el “Vagancio “, de Cifré ). 

Los abonados a la “odisea” disfrutábamos estudiando las viñetas y mirando y remirando el trineo que ocupaba el rubio y adolescente “Iván “, perseguido por cientos de bandidos capitaneados por el cruel “Yatagang “. El “cacao” estaba servido en bandejas de plata similares a las del Sr. Bernad, tienda de lujo enclavada precisamente a la vera del citado “Ramillete “. “El Cosaco” y su tropa le ayudaban al chaval y el trío correteaba  por Asia Central y Alaska, Canadá e incluso por el Fart – west.   

“El Cosaco” recordaba al “Miguel Strogoff “ de Verne, encarnado en la pantalla por el actor alemán Curt Jurgens, y no  atendía  al cien por cien a la  adorable “Sankara”, primogéntita de un jefe mongol que bebía los vientos, las brisas y las tormentas por el guapo, gallardo y valiente “Cosaco Verde” que curraba  como un “cosaco” en 144 cuadernitos apaisados, almanaques navideños y extras de vacaciones colaborando con su silueta en el concurso –dibujo consistente en reconocerlo, dibujarlo a tinta china y enviarlo a la empresa, por cierto que el baloncito de ceplástica, que conservo en el mejor rincón de mi salita de estar, se ha hecho popularísimo en los aledaños del Carlos Belmonte, cada vez que lo muestro a las cámaras de televisión desgranado el “ ¡Aúpa, el Alba!”… ¡Hasta el jueves, amiguitos!.

          Valeriano  Belmonte