miércoles, 26 de agosto de 2015

"EL AGUILUCHO"




Tres series de Manuel Gago surgieron en 1959 y enriquecieron las papelerías y quioscos de Albacete capital. Allá van sus títulos : "El Corsario Sin Rostro", "Piel de Lobo" y "El Aguilucho". A esta última voy a dedicarle mi pequeño homenaje, pero antes, amigos lectores de  la deliciosa “Cerca”… que  con su clase y entraña nos acerca  a ese edén de la cultura que a menudo acariciamos, permitidme que os relate una pizca de lo que acontecía  por aquellas lejanas fechas  a nivel nacional y, por supuesto, local.

  Atentos : El año empezó mal para los habitantes de Ribadelago, pueblecito zamorano que sufrió una espantosa catástrofe al resultar inundado tras la rotura de una presa a causa de las intensas lluvias caídas en días anteriores. La zona quedó arrasada, murieron casi centenar y medio de personas y las pérdidas materiales arruinaron a los supervivientes de la tragedia… y del dolor a la alegría : En julio entraba triunfante en el Parque de los Príncipes, de París, como ganador del Tour de Francia y  Rey de la Montaña el toledano, Federico Martín Bahamontes… y en la sala de aparatos telegráfica, pepe Serrano, paisano del vencedor, brindaba con vino del célebre "Bar Avión" , que regentaban los imborrables Antonio Hoyos y su encantadora esposa Cipriana, junto a su  musa Fina Siquier y colegas tan adorables como José Fernández Carcelén, Angelita Romero, “ Espinosilla”, Lucas López, el alma de Linares, Paco Ortiz, Palop y repartidores , capataces y celadores de gratísimo recuerdo por el éxito memorable del legendario ciclista.

 Severo Ochoa ganaba el Premio Nobel por sus importantísimos descubrimientos sobre los ácidos nucleicos… y en la parcela manchega empezaba a construirse el Estadio Municipal, hoy campo del Carlos Belmonte, a la vera del barrio del Asilo y a tres pasos de las calles San Juan, Imperial, Oliva Sabuco de Nantes, Don Quijote y Sancho Panza. También se inauguraba el Seminario y nacían fotógrafos tan  reputados como Miguel Piña, autor de miles de fotografías de los rodajes de las películas de Santiago González Meneses “El Guerrero del Antifaz”, “ Paladines de La Mancha" y “Andantes y brujas"… Y ahora sí, ahora le ha tocado el turno al personaje protagonista del episodio “tebeístico" gestado en la mítica Editorial Maga con guión y dibujos del citado don Manuel Gago García. La acción arrancaba en veladas medievales ,en el salón principal del majestuoso castillo del duque de Frisol, feudo europeo del siglo XIII, por cierto que el primer cuadernillo  apaisado  ( "Complot siniestro" ) se regaló a los futuros coleccionistas comprando un ejemplar de “El Duque Negro”, epopeya que pegaba fuerte en la etapa del  “seiscientos", la mortadela y la  “vespa”. Avanzo : el progenitor del rubio y atractivo superhéroe les explicaba a “Merlín", hombre de ciencias y a “Brazos”, atleta gigantesco y bonachón, personas que gozaban de su confianza, que dadas sus constantes salidas a combatir contra los piratas normandos que invadían sus tierras, delegaba en ellos la educación de su primogénito apodado “El Aguilucho” por su agilidad, movimiento, audacia, osadía y valentía al cien por cien. Entre ambos formarían a Marcel y lo convertirían sin demasiado esfuerzo en un joven dotado de sabiduría,  fuerza y destreza en el manejo de las armas. Marcel o “Aguilucho”, alumno aventajado, asimilaba rápidamente las lecciones de sus tutores y brillaba con luz propia, ajeno a la traición  de un tío suyo que trataba de apoderarse del poder y las riquezas  que poseía el autor de sus días ayudado por los piratas de marras. “El Aguilucho” se imponía a los malvados apoyado por el fantástico “Brazos”, “Pimienta", simpático cocinero que hacía mejor los cocidos que el marido de la Cari , pues cuando ponía potaje e invitaba a sus amigos, éstos dejaban de hablarle, y “Dardo”, similar a un segundo Robin Hood encarnado en el cine por un genial Burt Lancaster para  “El Halcón y la Flecha”, película que abarrotó las salas del Viejo Capitol seis añitos atrás. "Ricardo Corazón de León" aportaba su granito, lo mismo que la dulce y guapísima Gisela, la novia de un "Aguilucho" que no ha pasado de moda y continúa en la brecha  reeditado y flamante. Nada más, queridísimos, un abrazo y …¡ Hasta el Jueves que viene…si Dios quiere!.

           Valeriano  Belmonte

"YUMBO"











José Córdoba Cifuentes, el inolvidable dueño del quiosco de la vieja Plaza Mayor, se despidió de su esposa Juliana después del amanecer de un día cálido de junio con oscuros nubarrones que anunciaban posible llovizna. Abandonó su modesta vivienda ubicada en el número 17 de Padre Pascual Suarez a escasos metros de la fábrica de hielo del entrañable “Chufleta”, saludó a Antonio el barbero y caminó hacia su pequeño pabellón o templete decidido a currar vendiendo periódicos locales y nacionales, revistas, novelas ,cromos y tebeos.


Corrían los años cincuenta, todavía dificilillos para la gente de a pie, pese a que ya no lesionaban las cartillas de racionamiento y se podía comer pan en mayor cantidad. José dejó atrás las calles Tejares y Tinte, cruzó por Teodoro Camino y Ancha y se adentró en Serna López o Carnicerías, aterrizando a los pocos minutos al pie de su tenderete acariciado por el puestecito de frutos secos de la familia Paños y a dos pasos del rentable negociejo de Lola, la reina de los bocatas de anchoas y miga de atún.

Córdoba colocó la prensa en primer lugar y puso pinzas a los semanarios del corazón y a los penúltimos episodios de “Pilar, la princesa que supo amar “ que María, la segunda esposa de José Montejano, conserje de Telégrafos, coleccionaba con mimo.


A continuación aparecieron los cuadernillos de “Roberto Alcázar y Pedrín “, “El Guerrero del Antifaz”, “Pantera Negra “, Tony y Anita “, “Pacho Dinamita”, “Balín “, “El Capitán España”, “Carlos de Alcántara”… y “Yumbo “, semanario infantil delicioso que rivalizaba con “Pulgarcito “, “Jaimito “, “El DDT “ y “Pumby “. La preciada revistilla procedente de Ediciones Cliper , sólida empresa catalana, la encabezaba, naturalmente, el elefante sabio, seguido de su pandilla compuesta por “Don Topete”, “El Gato Chuleta”, “La Tortuga Veloz”, “El Pato Tontote”, “Topolino “, “Don Guarrerte “, cerdito más lustroso que el que engordaba la mujer de Telesforo…ya que las harinas de cebada y harinillas estaban caras. “Yumbo “ se vendía a dos pesetas y entre sus personajes, amén de las aventuras del protagonista y su cuadrilla, destacaban “Billy Bumble “, “El Faunito Pepino “, “Miguelín y su perro Tizón “, “Nicotín “ el ratoncito y el gatito “Marramiau “, similares a los “Tom y Jerry “, de los cortos de Hanna Barbera que brillaban en las matinales del antiguo Capitol. Aportaban su granito “Cañete y Cañote”, del genial y entonces debutante Raf y “Popeye”… aunque el alma del semanario era “El Conejito Atómico”, creación insuperable de don Antonio Ayné… ¡Ahí es “na”!


El conejito llamado “Pip” tenía una novia tan monísima como la de la canción de Jorge Sepúlveda que sonaba a todas horas en Radio Albacete, conocida por “Linda “ y al pronunciar la palabra mágica “Harman “ cambiaba de aspecto y volaba por los espacios interestelares imitando a “Supermán “. “Pip “ o “Atómico “ peleaba contra delincuentes y malhechores y se enfrentaba a monstruos del corte de los que abundaban en la serie de Manuel Gago, “Purk, el Hombre de Piedra “, que leían Paco y Manolo que presumían de valientes y corrían despavoridos cuando veían a una lagartija campando a sus anchas por la zanja del barrio del Asilo.


Una página especial, la dedicada a “Los Artistas de Yumbo”, generosa invitación a los lectores que soñaban con ser en un futuro no demasiado lejano historietistas de lujo, algo que estuvo a punto de conseguir Manuel Cuesta el panadero de Pozo Lorente afincado en la casa de “Paco el Pintor” ( Cuesta logró premios de cincuenta y veinticinco pesetitas en el concurso “Yumbero “ ) y currante en el horno de Collado Piña propiedad de Juan Moreno… De improviso gruesas gotas de lluvia empezaron a caer…y Córdoba, ayudado por su sobrino Ángel Chacón, comenzó a quitar los tebeos al tiempo que escuchaban a una señora gritar : ¡Que no se moje el de “Yumbo”, pues lo quiero “pa” mi nene!.


Valeriano Belmonte.